Los propietarios de los pisos vacíos, ya sean promotoras, entidades financieras o particulares, deben asumir las pérdidas de un negocio que ha dado pingües beneficios durante los años del boom. Como el resto de los sectores y los agentes económicos, deben purgar sus excesos si quieren dar salida a los bienes inactivos, porque no hay posibilidades de recuperación hasta que no se diluya el estocaje, auténtico tapón para la actividad económica.
Pero también es necesario que se reactive el crédito, algo que se ha empezado a notar muy ligeramente en el segundo trimestre, cuando creció la demanda de hipotecas por primera vez desde mediados de 2006. Lo que en ningún caso debe suponer una laxitud en los controles de riesgo de las entidades financieras. No obstante, si las rebajas se acentúan y los créditos se consolidan, es probable que se active una demanda latente, aunque tenga aún reservas de desconfianza hacia el futuro de la economía española.
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